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Un cartagenero en la cima de la banca

TOMÁS MARTÍNEZ PAGÁN

La pasada semana, como un hincha más, me encaminé al Palacio de Deportes para ver a nuestro FC Cartagena Club Baloncesto, que este año ha vuelto a la Liga LEB Plata. Jugaba contra el Herbalife Gran Canarias, al que ganó holgadamente para regocijo de toda la afición.

Por el camino me encontré con mi amigo Rodolfo, y aprovechando la mejoría del tiempo, dimos un largo paseo por la Trimilenaria mientras ambos íbamos recordando cómo era nuestra ciudad bastantes años atrás, cuando el Teatro Argentino se instalaba junto a la antigua lonja de verduras y podías encontrar a las vedettes entre el conocido Bar Esteban y la Heladería Verdú, en la calle de la Caridad, y otros rincones muy conocidos en aquella época, como el bar Míchigan y el famoso cine Máiquez detrás. Lo cierto es que la calle San Fernando era por aquel entonces un hervidero de gentes y comercios, uno junto a otro, sin ningún bajo cerrado, igual que si se tratara de una gran ciudad.

Y en mitad de la calle, la carnicería Ginés, el de la Dama de Oro, con esa pizarra en la que a veces, cuando se lidiaban toros de verdad, anunciaba: «Hoy, carne de toro de lidia»; y el comercio de figuras de belenes, la tienda de las escopetas de perdigones El Gamo y, un poco más adelante, la entrañable cafetería Matías, con sus exquisitas tapas y una limpieza que relucía y te daba ganas de entrar. Y luego desembocábamos en la calle de Santa Florentina, en el pico esquina del almacén de legumbres, la tienda de las ratitas (Galerías La Ilusión), de la familia Checa, la tienda de La Florida y los inolvidables discos Carrots, que nos vendía a todos los vinilos al precio de cien pesetas la unidad. Enfrente, la tienda de tejidos de La Virgen de Los Dolores, los exquisitos churros del rincón, el café de Vicente Celdrán El Loro hasta llegar a Radio Hogar Arroyo, la tienda de electrodomésticos de Domingo Arroyo, abuelo de nuestra alcaldesa, Noelia.

Pablo Carrasco ha sido nombrado máximo responsable de banca privada de Credit Suisse para España y Portugal

Estábamos ya casi llegando al Palacio cuando se nos unió Amalio, apoderado de la antigua La Caixa, que nos comentó que al hijo de su compañero Joaquín Carrasco, el hombre que implantó esta entidad en la Trimilenaria, había sido nombrado por Credit Suisse ejecutivo máximo de banca privada para España y Portugal, un cargo de alto nivel dentro de ese destacado sector.

Un cartagenero en la cima de la banca

Credit Suisse es una empresa de servicios financieros, con sede principal en Zúrich, Suiza, que ofrece servicios de asesoría financiera tanto a clientes privados como a empresas. Fundada en 1856 por Alfred Escher, cuenta con 48.000 empleados en todo el mundo y administra unos activos de más de 1.512 billones. Implantados en España desde hace más de 25 años, con presencia local en Madrid, Barcelona y Valencia, trabajan con el propósito de ofrecer a sus clientes las soluciones de gestión de patrimonio más adecuadas, innovadoras y personalizadas, poniendo al servicio de sus clientes una perspectiva internacional que combina un amplio equipo de especialistas en banca privada, banca de inversión y gestión de activos capaces de aportar soluciones totalmente personalizadas que se adaptan a las necesidades de cada cliente.

Veinte años en el negocio

El modelo de banco integrado que es Credit Suisse, con representación en todo el mundo, es un soporte básico para desarrollar las distintas fases del ciclo de vida de un negocio, tanto para un pequeño negocio de éxito que esté preparado para pasar al próximo nivel, como para una empresa que quiera salir a bolsa. Y para cumplir todos esos objetivos, han puesto al frente al cartagenero Pablo Carrasco Martínez, que cuenta con más de veinte años de experiencia en gran banca repartidos por varios continentes. Empezó con Banesto en Madrid, para luego fichar por el Credit Suisse, con el que estuvo cuatro años en Madrid, siete en Singapur y otros cuatro años en Zúrich, hasta regresar ahora nuevamente a Madrid como alto responsable de banca privada para España y Portugal.

El joven banquero comenzó en Banesto y ha pasado por Singapur y Zúrich antes de regresar a Madrid

En sus 15 años como alto ejecutivo de este 'holding' financiero ha ocupado distintos puestos de responsabilidad dentro del área de gestión patrimonial, finalizando como alto responsable de las 'family offices' para todas las delegaciones de Europa, dirigidas desde Zúrich. Con este nombramiento, el objetivo de la multinacional es que Pablo lidere un mercado estratégico para el banco y continúe impulsando la trayectoria de crecimiento en nuestro país y Portugal.

Este ejecutivo cartagenero comenzó sus estudios en el Colegio La Inmaculada de los PP Franciscanos pasando luego al Colegio Jesús y María de Valencia por traslado familiar y, finalmente, el Colegio Hermanos Maristas de Cartagena al regreso de la familia. Pablo es licenciado en Derecho por la Universidad de Navarra y máster en Banca y Finanzas por el Centro de Estudios Garrigues de Madrid, donde también colaboró como facilitador de 'training' sobre productos de inversión.

Este cartagenero, que presume de serlo, disfruta esquiando y jugando al fútbol y le encanta viajar junto con su mujer y sus tres hijos, con los que lleva recorridos ya más de cincuenta países. En su tiempo libre disfruta leyendo sobre dirección de personas, psicología y biografías. Lo cierto es que, una vez más, Cartagena puede sentirse orgullosa del producto que exporta y con el que se da a conocer al mundo.

Vino con sello cartagenero

Y así, para brindar por el gran futuro que le espera a Pablo, Rodolfo me invitó a acompañarle a su ático para compartir con él un exquisito vino de la Familia Conesa, gran empresario de nuestra comarca y propietario de la D.O. Pago Guijoso de El Bonillo, en el campo de Montiel de las Tierras de Castilla. Esta bodega es el resultado del sueño y el empeño de toda una familia, con un buen trabajo de equipo y mucha pasión que, unido a la pureza de las viñas viejas y la fusión de tradición y presente, surgen hoy como unos vinos únicos y puros que miran desde la experiencia hacia el futuro.

Rodolfo descorchó dos botellas Pago Guijoso, La Sabina Syrah añada 2012, un vino de once meses en barrica de roble francés, muy potente, estructurado e intenso, con tanino dulce y carnoso, que dejaba un importante peso de fruta en el postgusto y que maridó a la perfección con el original aperitivo que había preparado: «la vuelta al mundo en doce quesos». Empezamos el viaje gastronómico con un queso Sakura de Japón, para seguir con un Oaxaca de México y luego un River Blue de USA. Tras ellos continuamos con un Parmigiano Reggiano italiano, que estaba exquisito, y un Halloumi de Chipre, elaborado con leche de oveja y cabra, con un punto salado que lo convierte en algo muy especial.

Probamos después un Comte francés, con una maduración mínima de cuatro meses y llegados ya a España, y haciendo honor al vino, tomamos un queso de Hacienda Guijoso curado y otro gran reserva con manteca ibérica. Y después de la parada patria, continuamos con un Queijo Rabacal de Portugal, un queso duro y picante que tiene una textura muy singular. Para terminar, un gran queso suizo, un Tete de Moine, que lleva más de ocho siglos elaborándose, cortado con su propia máquina, la Girolle, y aderezado con un golpe de pimienta y comino que le aportó un toque muy especial.

Por último, y para cambiar de palo, nos preparó unas chuletas de cabrito a la brasa que acompañamos de una botella de La Sabina Gran Reserva Cabernet Sauvignon, que maridó de lujo con tan exquisita carne. Y con este gran vino brindamos por este gran paisano al que deseamos todo lo mejor y al que auguramos el mayor de los éxitos ya que, como muchos sabemos: «El éxito en la vida no se mide por lo que logras, sino por los obstáculos que superas» y yo estoy seguro de que Pablo será capaz de superar cualquier obstáculo que se le pueda presentar.

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