‘No hay otra historia que se pueda comparar‘. Tras una suerte de introducción, así comienza el documental “España, la primera globalización”, un viaje por la Historia Moderna de la Monarquía Hispánica y de los territorios del imperio allende los mares. El título es tan rotundo que va a marcar el carácter taxativo predominante durante los siguientes 106 minutos. A modo de abstract, el documental presenta un relato legitimador de la presencia castellana en América a lo largo de los más de 325 años de presencia en el territorio. Y no es baladí la fecha de su estreno el 15 de octubre ya que está muy cercana a la celebración del 12 de octubre, el Día de la Hispanidad.
No hay otra historia que se pueda comparar (la del mal llamado Imperio Español), como si hubiera una escala comparativa de grandes acontecimientos tangibles e históricos que pudieran seleccionarse entre los más importantes de todos los tiempos. Así lo defienden las distintas personalidades que se suceden en este documental histórico, tales como escritores, filósofos, doctores y catedráticos de Historia. De la misma manera, la producción tiene el beneplácito de la Real Academia de la Historia, un cuerpo académico formado por hombres en su mayoría y especializado por encima de todo en los momentos más gloriosos de la historia de nuestro país. Por ello, el Think Tank conservador tiene un tremendo empuje ante semejante apoyo y suma así más créditos en su afán por renovar la imagen política de los últimos tiempos.
Sin embargo, es menester recordar el pasado reciente de esta institución, que ha estado salpicado de ciertas polémicas. Por ejemplo, la Real Academia de la Historia en 2011 comenzó a aglutinar bastantes críticas en torno a la publicación del Diccionario Biográfico Español, en el que se definió a Francisco Franco como Generalísimo o Jefe del Estado pero no dictador que montó un régimen autoritario pero no totalitario, una entrada escrita por el académico Luis Suárez, antiguo alto cargo de la administración franquista. Sin embargo, para Juan Negrín, presidente del Gobierno de la Segunda República, sí hubo una referencia a un gobierno dictatorial. También es necesario no olvidar que la RAH está presidida por Carmen Iglesias, que antes de ser elegida la primera directora de la Real Academia de la Historia, fue tutora de Cristina de Borbón, fue profesora de Historia del actual Felipe VI y fue presidenta del grupo Unidad Editorial, editora del diario El Mundo.
En relación a ello, también es necesario acordarse de que la propia Real Academia de la Historia ha reafirmado su compromiso con el conocimiento de la acción de España en América, más allá de falsificaciones, tergiversaciones y manipulaciones interesadas ya que el presentismo, que valora personajes históricos con parámetros actuales, simplifica y desenfoca la acción en América. Sin embargo, este alegato tiene un difícil encaje con la propia entrada que la RAH realiza en su Diccionario Biográfico Español al hablar de Cristóbal Colón: La historia de Colón ha sido contemplada no como la de un simple mortal, sino como la de un mitológico semidiós capaz de gestas extraordinarias. Que cada cual saque sus conclusiones.
Durante toda la proyección, hay una tesis principal que ha vehiculado el discurso del visionado: deslegitimar la visión negativa que se tiene sobre la historia de España, tanto interior como exteriormente, especialmente en lo relativo al continente americano. A priori, dicho argumento es loable y así se ejemplifica en aquellos momentos en los que se ensalzan el papel de la ciudad de México como nexo del Imperio o del olvidado y poco conocido papel de las Filipinas y su conexión con China y, por ende, con el mercado asiático. Sin embargo,a pesar de ello, se han basado en tres aspectos fundamentales que desmerecen el fin explicado previamente: la defensa a ultranza de un nacionalismo español, la confección de una sesgada y revisionista óptica de la Historia en donde se presentan acontecimientos tan edulcorados que son a todas luces irreales y, por último y la más prosaica, escurrir el bulto hacia afuera con la famosa estrategia del “y tú más”.
No obstante, estos no son los únicos errores que vertebran todo el documental. Existe otro gran problema en el que incurren la mayoría de participantes: no hay España todavía. No existe España y no existirá como tal hasta el s. XVIII y la llegada de los Borbones a la península. El nombre oficial del estado que se desarrolló durante los siglos XV-XVII fue el de Monarquía Hispánica: un conglomerado político multiétnico conformado por numerosos territorios muy dispersos los unos de los otros que, si bien tenían un centro neurálgico en la península Ibérica, eran independientes entre sí y tenían sus propias instituciones. Por ejemplo, los territorios de las Indias Occidentales (América) dependían de Castilla únicamente y Aragón no tenía ni voz ni voto en tales asuntos. Por tanto, asimilar conceptos históricos de unas épocas a otras (el famoso presentismo que la RAH tanto denuncia) es un traspié que no deberían cometer tales personalidades.
Comencemos con la cuestión de base: la visión negativa de la historia de España. Estudié en Galicia y los Reyes Católicos eran el demonio. Así comienza su argumentario Pedro Insúa, filósofo y escritor colaborador del diario online Libertad Digital, que nos presenta una visión oscura, pesimista y deformada que el sistema educativo estatal fomenta de la historia de España, al que incluso compara con el mito de la caverna de Platón. En la misma línea se muestra Elvira Roca, historiadora y autora del polémico ensayo “Imperiofobia y Leyenda Negra”. En esta obra se realiza una crítica a esta visión pesimista de la historia española al tiempo que analiza algunos episodios históricos con unos cuantos giros argumentales que acaban tergiversando los acontecimientos. De hecho, tan polémica fue la obra que existen numerosos artículos y periódicos que enumeraron todos y cada uno de los errores cometidos.
De la misma manera, esta tesis es defendida por más historiadores, como Natalia Denisova, que en sus entrevistas en el documental y en El Imparcial argumenta la excesiva imagen peyorativa de la Monarquía Hispánica, contribuyendo al engrandecimiento constante de la leyenda negra española. Y como colofón, el historiador e hispanista Stanley G. Payne también sale en defensa de la necesidad de revisar el concepto de la leyenda negra sobre la llegada de los castellanos a América y de la crítica total por la llegada del catolicismo al continente. Conviene recordar que Payne es un viejo conocido por la historiografía española ya que teorizó que las elecciones de 1936 fueron un fraude, que los representantes del gobierno democrático de la República fueron los que se alzaron en armas, justificó el golpe de Estado de Franco o definió la Ley de Memoria Histórica como una costumbre soviética. La aparición de esta figura en el documental es toda una declaración de intenciones.
Por tanto, habiendo aclarado la premisa fundamental, analicemos los tres pilares del documental.
Análisis
Durante el visionado de todo el documental se destila un aroma a nacionalismo español (a veces de manera velada y en otras ocasiones no tanto). Por ejemplo, Pedro Insúa afirma que la visión negativa es la que hay que desterrar y para eso propone estudiar las grandezas de la historia de España. Por ello, considera que España surge en esta época y el mundo antiguo se viene abajo y que los españoles, como católicos que éramos, mirábamos a todo y aspirábamos a todo. Roca argumenta que Ese imperio [Monarquía Hispánica] fue un momentazo de la historia de la Humanidad y yo no creo que nadie tenga que avergonzarse de él, salvo que media humanidad esté decidida a avergonzarse de sí misma. Así define la conquista y ocupación de más de 300 años por parte de la Monarquía Hispánica del continente americano. En la misma línea argumentativa se han mostrado algunos políticos en los últimos días, como por ejemplo Isabel Díaz Ayuso con su frase España llevó la civilización y la libertad a América o Toni Cantó con su sentencia la conquista fue un hito que liberó a los sojuzgados por un poder que era absolutamente brutal, salvaje e incluso caníbal.
El economista y político Ramón Tamames, en esta corriente ensalzadora del pasado glorioso, afirma que Cortés es el inventor de México. Construye las bases de una nación. ¿Qué leyenda más portentosa que esa? Lo que Tamames no explica después es que Hernán Cortés, tras dos meses y medio de cerco a la capital, destruyó la ciudad de Tenochtitlan y murieron cerca de 240.000 personas, destrozando de paso la herencia cultural azteca.
Con el ánimo de engrandecer ciertos episodios de la historia que se cuenta en el vídeo, se retuercen ciertos argumentos para remedar ciertos pasajes de la Historia. Y así pasamos al siguiente pilar del vídeo: una visión sesgada y revisionista. Por ejemplo, a la hora de hablar de la expulsión de los judíos peninsulares, donde se habla de la raza judía, se niega el racismo en dicha expulsión y se propone la fácil solución de que, para no ser expulsado, bastaba sólo con bautizarse y hacerse converso. Y ya está, parafraseando a Pedro Insúa. Lo mismo se intenta con la Inquisición, a la que se acaba justificando: la Inquisición nace precisamente para que el delito de intolerancia religiosa esté sometido a un proceso legal, estructurado […] frente a otros territorios.
De este modo se tratan temas como la Reforma protestante, considerando sus diversas variantes (protestantismo, calvinismo, etc.) solamente como herejías opuestas al orden católico y al poderío español imperante en ese momento, sin tener en cuenta otras posibles circunstancias como el deterioro espiritual de la Iglesia Católica o la crisis social y económica del momento. Toda esta disertación capciosa viene acompañada con una serie de imágenes de fondo en las que muestran al reformador Martin Lutero con esvásticas nazis de fondo. Si eso no es una visión tergiversada de la historia, que baje el propio Lutero y lo vea. También se hace un revisionismo sobre la guerra contra Inglaterra, donde se califica a la pérdida de la Armada Invencible como una derrota honrosa, y se argumenta que estudiarlo como lo hacen los ingleses y no como debería hacerse aquí en España es un componente suicida, hablando de criterios de evaluación, esperemos.
Sin embargo, lo más gravoso es la negación categórica sobre un hecho tan contrastable histórica y científicamente como la desastrosa pérdida poblacional que sufrió el continente americano con la llegada de los conquistadores europeos. Esta postura es defendida por Marcelo Gullo, historiador argentino negacionista del genocidio en América y defensor del papel salvador de la Monarquía Hispánica. Es autor de “Madre patria: desmontando la leyenda negra”, donde arguye que el famoso genocidio no existió. En realidad la conquista de México no la hizo Hernán Cortes sino que la hicieron los indios. De hecho, esta tesis tan radical es refrendada por Patricio Lons, otro historiador revisionista que defiende la presencia castellana durante los tres siglos siguientes como una época de paz y prosperidad, ya que la guerra de independencia no fue el final de una lucha de 300 años. No. Durante 300 años se vivió en paz en América. Y como broche final a esta misma idea, la historiadora Adelaida Sagarra afirma que cuando uno estudia el s.XIX, y escarba un poco en lo que fue la legislación argentina, se encuentra con el concepto de exterminio. Cuando uno estudia el s.XVI, se encuentra con que toda la legislación es pro súbditos indígenas. Es decir, se pretende confirmar la benevolencia de unos europeos benefactores y no la imagen de unos conquistadores agresores.
Por último, llegamos al argumento más banal (e incluso a veces hipócrita) de todos: “y tú más”. Resulta muy poco académico tratar los problemas propios azuzando los ajenos. Por ejemplo, en este sentido, se critica que sólo sepamos la fecha de expulsión de los judíos en España (1492) y que no se conozca la expulsión de los judíos del resto de Europa, donde incluso se empezó a expulsar a la comunidad judía mucho antes que en la península. Una buena reflexión sería el plantearse por qué la Monarquía Hispánica incurrió en el mismo error que cometió Inglaterra 204 años antes cuando expulsó primero a la comunidad judía y, la Monarquía Hispánica, dos siglos después no diseñó un mecanismo alternativo para evitarlo.
Carmen Iglesias, directora de la Real Academia de la Historia, nos recuerda que en Francia y en Inglaterra se quemaron más brujas que en nuestro territorio durante los siglos XVI-XVII y, para ello, se exponen una serie de registros donde así se demuestra. Más adelante, acaba criticando la supuesta libertad religiosa de los príncipes protestantes del norte de Europa para elegir la confesión religiosa de su territorio (“cuius regio, eius religio). Precisamente esta idea que se criticaba antes es lo que harán los conquistadores en América cuando impongan la cristianización forzosa a todos los indígenas del continente, y de manera mucho más brutal.
De la misma forma, en el documental se defiende la idea de que la presencia castellana en América no fue una colonización al uso, sino que la Monarquía Hispánica fue incorporando territorios y a todos ellos llevó sus modos de vida, sus derechos, sus acueductos, sus ciudades, sus sistemas de organización. Siguiendo esta misma idea, la historiadora Enriqueta Vila afirma que la conquista de España en América no se le debe llamar colonización porque no hicieron colonias. En el Imperio Americano se trasladó la forma de vivir de los españoles y los españoles se trasladaron allí. Colonias nunca han sido. Sin embargo, no se dice que dichos territorios americanos no tenían representación política y estaban supeditados a la Monarquía, como un ente dependiente de Castilla. Esta falta de autonomía política será uno de los motivos de las revoluciones independentistas del s. XIX. Así que no: España no generó otras Españas, como aseveran en el vídeo constantemente, a modo de mantra.
Siguiendo con esta premisa, al hablar del tratado de Guadalupe Hidalgo (1848), se comenta el genocidio que los anglosajones cometieron con las reservas y misiones indias que los castellanos dejaron en el territorio que perdió México frente a Estados Unidos (el suroeste norteamericano): La mayor parte de las tribus y de los pueblos que había en California desaparecieron cuando el Imperio Español desapareció. Pero sin embargo no se menciona el genocidio que se cometió durante el s. XVI en el continente americano donde se diezmó hasta en un 80% la población indígena. Un profesional de la Historia no debería jugar con la doble moral: a todos debe aplicársele el mismo filtro, calibrando según la época histórica en la que se encuentre evidentemente.
Como conclusión, parafraseo a Juanlu Sánchez, subirector de elDiario.es y presentador del podcast “Un tema al día”: llega el Día de la Hispanidad y mientras en España el ejército desfila por la calle, en América Latina tumban estatuas de Cristóbal Colón. El Papa pide perdón por los abusos de la conquista y la derecha española se ríe de él y apela al orgullo imperial. Y este documental se enmarca en esta corriente legitimista y benefactora del mal llamado descubrimiento (conquista) de América. No es solamente una cuestión de legitimación de la presencia castellana o no, sino que el debate va más allá y debería enmarcarse en las corrientes indigenistas americanas que fueron arrinconadas con la llegada de los conquistadores y que hoy en día, cinco siglos después, siguen marginadas de los centros de poder político y económico de sus respectivos países. Y mientras tanto el documental se limita a ensalzar y glorificar un pasado colonizador de épocas pretéritas.
Por tanto, nos hallamos ante un debate amplio, complejo, que afecta a muchos interlocutores, que debería de tratarse desde una perspectiva mucho más integradora e inclusiva y que no creo que deba resumirse en frases tan simples y dañinas como el indigenismo es el nuevo comunismo o que deban zanjarse con aseveraciones tan graves como la primera globalización o No hay otra historia que se pueda comparar.