- Cecilia Moya
El pasado mes de diciembre, la firma de lujo francesa LVMH compraba la cadena de joyería estadounidense Tiffany por 16.200 millones de dólares (14.700 millones de euros), convirtiéndose en la operación más importante del sector lujo de 2019.
Con esta compra, la francesa, que quería aumentar su presencia en Estados Unidos, realizaba la adquisición más grande de la historia del grupo del multimillonario Arnault y se hacía con uno de los negocios con mayor crecimiento en el segmento del lujo, ya que la marca joyera tuvo un incremento global del 7 por ciento en 2018 y un mercado de alrededor de 18.000 millones de euros, según estimaciones de Bain & Co. Pero las cuentas de Tiffany no siempre tuvieron tantas cifras detrás. No siempre fue un desayuno con diamantes.
En la década de 1830, los jóvenes Charles Lewis Tiffany y John B.Young, en un Nueva York en plena emergencia, abrían una tienda de artículos de regalo y papelería, con un capital de 1.000 dólares prestados por el padre de Tiffany; y así empezaba su historia.
Los dos emprendedores, haciendo honor a su lozanía y dejándose llevar por un mundo más sencillo, siguieron unas pautas de simplicidad, armonía y claridad, con las que consiguieron conquistar a las señoras más elegantes de la Gran Ciudad, que descubrieron en Tiffany & Co. un estilo americano, alejado de la opulencia y los patrones ceremoniales de la época victoriana, que seguían imperando en Europa. Todo un aire renovador.
Pasaban las primaveras y los fundadores seguían conquistando a la clientela, cada vez más sofisticada, a golpe de innovación y nombre propio. Hasta 1879, el año que les dio su primer reconocimiento internacional. Tiffany fue galardonada con el primer premio de artesanía de plata en la Feria de París, siendo ésta la primera vez que una casa de diseño americana era premiada por un jurado internacional. Y es que la marca joyera fue pionera en emplear el estándar de la plata esterlina (92 por ciento de pureza). Una norma que, posteriormente, fue adoptada por el Gobierno de Estados Unidos; gracias, en gran parte, a los esfuerzos de Charles Lewis Tiffany.
El taller de platería de Tiffany & Co. fue también la primera escuela de diseño. Allí, se alentó a los aprendices para observar y bocetar la naturaleza. De esta manera, en 1870, la compañía se había convertido en el platero principal de los Estados Unidos y proveedor de joyas y relojes. Un hecho que le hizo crecer hasta llegar a los más de mil empleadores y oficinas en Londres, París y Ginebra.
A partir de ese momento, el emporio no ha parado de cosechar multitud de hitos a lo largo de los años. En 1878, Tiffany&Co. se hizo conuno de los diamantes amarillos más grandes del mundo en las minas de diamantes de Kimberley, en Sudáfrica. Una pieza que, bajo la dirección del doctor George Frederick Kunz, el gemólogo de la compañía en ese momento, se convirtió en el Tiffany Diamond, un referente del trabajo artesanal de la compañía. Actualmente, ésta y todas las piezas icónicas de la firma pueden verse en el mítico catálogo Blue Book-publicado por primera vez en 1845-, donde se muestran los diamantes y las joyas más espectaculares del mundo creadas año a año. También en 1878 la empresa registró su famoso azul Tiffany, ya que fue el color de la portada del catálogo de ese año.
En su afán por innovar y romper los moldes establecidos, la compañía estadounidense lo volvió a hacer con su Tiffany Setting, el anillo de compromiso que se ha convertido en el símbolo más codiciado de amor. En esa época, los anillos de diamantes se engarzaban mediante biseles, pero Tiffany diseñó un anillo pensado para destacar los diamantes de talla brillante, levantando la piedra del anillo banda para que entrara la luz.
Así, y tras haber introducido importantes piedras preciosas en los Estados Unidos a través de compras de las joyas de la Corona de Francia y España, la empresa del Rey de los diamantes se convirtió en la autoridad mundial de estas joyas, así como la compañía más ambiciosa en cuanto exposiciones y muestras internacionales, también reconocida con diferentes galardones a lo largo de la historia.
En 1902, con la muerte de Charles Lewis Tiffany, Louis Comfort Tiffany, hijo del fundador, se convirtió en el primer director de arte de Tiffany. Un nuevo presidente que ya había conseguido establecerse años antes como líder en el diseño de los Estados Unidos, cuando, en 1882, el presidente Chester Arthur le invitó a redecorar la Casa Blanca. Además, fue líder mundial en el movimiento Art Noveau (1990).
A lo largo de la historia, la firma se ganó el respeto y reconocimiento de los miembros más prominentes de la sociedad estadounidense, como, entre muchos otros, la familia Vanderbilt, los Whitney, los Havemeyer o incluso el presidente Lincoln o el joven Roosevelt, que, ya fuera para uso propio o para sorprender a sus parejas, elegían siempre las joyas de Tiffany.
La empresa de Louis Comfort Tiffany siempre había diseñado sus joyas capturando el espíritu de cada tiempo, y así lo ha seguido haciendo durante estos siglos: desde la estravagancia de la década de 1920, pasando por el modernismo de los años 1930, hasta la era aerodinámica de los años 1940 y 1950.Jean Schlumberger fue el diseñador de la mayoría de las joyas del siglo XX. Sus pájaros, flores y animales de la fauna marina siguen siendo un gran icóno de la marca, que se editan con orgullo en su colección más especial. Pero, además de Schlumberger, por la casa han pasado diseñadores visionarios, como Elsa Peretti o Paloma Picasso, que dejaron, tras su paso, un aura de simplicidad y exquisitez.
Ahora, 189 años después de queaquellos dos jóvenes emprendedores abrieran las puertas de un negocio que tenía más sueños que facturación, Tiffany se alza como uno de los emporios de lujo más rentables del planeta. Con más de 300 tiendas en todo el mundo, la empresa recientemente absorbida por LVMH cuenta con unas ventas de más 4.000 millones de dólares, y ha conseguido revalorizarse cada año en el mercado. "Muchas marcas de lujo tienden a mirar al pasado para encontrar la inspiración, pero Tiffany siempre ha estado mirando hacia el futuro", declaraba Alessandro Bogliolo, CEO de la compañía, en una entrevista con Status. Y es que, con la responsabilidad de gestionar una empresa con un pasado vertigionoso, el director ejecutivo tiene claro que el futuro pasa por tantear nuevos mercados, como el de los Millenials, sumarse al carro de la sostenibilidad -ya fue empresa pionera en el compromiso de la obtención de los minerales de manera responsable- y mejorar la trazabilidad de las piedras preciosas -un factor al que ya le han dedicado una gran inversión, confiesa-.
"Tenemos que conservar la herencia cultural de Tiffany si queremos escribir nuevas páginas en su historia", advierte Bogliolo, un camino que ahora tendrá que recorrer bajo el paraguas de LVMH.