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Una tiara monumental para una boda real histórica

Las monarquías europeas se van de boda en solo unos días. El próximo 1 de octubre, en la catedral de San Isaac, en San Petersburgo, contraerán matrimonio el gran duque Jorge Mijáilovich, heredero de los derechos dinásticos de los Romanov, con la escritora y consultora italiana Rebecca Bettarini. Esto es, se casan el hijo de la gran duquesa María Vladimirovna y del príncipe Francisco Guillermo de Prusia con la hija del embajador Roberto Bettarini. El enlace civil es este viernes, pero a la ceremonia religiosa, a la que, por cierto, están invitados, don Juan Carlos y doña Sofía, prima del padre del gran duque Jorge, tendrá lugar una semana después.

Será, como acostumbran a ser los enlaces reales, una boda de auténtico lujo con un perfecto cuidado de todo lujo de detalles. Pero estas líneas servirán para hablar de uno concreto de ellos, quizá el más exclusivo de toda la ceremonia. Y es que la novia ha elegido para la ceremonia una espectacular tiara, que se inspira en el popular kokoshnik, el tradicional tocado que llevaban las mujeres rusas en la cabeza hasta el siglo XIX y que, en la actualidad, su uso ha quedado restringido a las integrantes de los mejores grupos de música tradicional de aquel país.

Rebecca Bettarini ha querido para el día más importante de su vida una tiara completamente nueva y creada para la ocasión. Será de oro blanco y estará cuajada con más de 438 diamantes. La idea y realización la ha llevado a cabo la mítica firma Chaumet, que ha querido evocar una vela soplada por el viento, en recuerdo a la base naval de San Petersburgo, donde el gran duque Jorge Mijáilovich trabaja actualmente.

Una tiara monumental para una boda real histórica

Los expertos joyeros de Chaumet han empleado más de 800 horas de trabajo en la elaboración de la tiara Lacis, objeto absolutamente exclusivo que sigue la línea de otros de la misma firma que han servicio para embellecer cabezas reales desde tiempos inmemoriales. No en vano, cuando Napoleón y Josefina iban a ser coronados reyes de Italia, allá por 1805, ella quedó prendada del talento joyero de François-Regnault Nitot, hijo del fundador de Chaumet, ese amor por las joyas se lo trasladó a su marido y la pareja quedó unida para siempre a una firma que ahora vuelve al primer plano de la actualidad real.

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