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Naomi Campbell o la edad de la impaciencia

Análisis
Tras cerrar el desfile de McQueen, la supermodelo concluye una activa temporada de semanas de la moda, destacando como la única modelo de su generación en mantener un ritmo profesional equiparable al de las modelos más jóvenes. ¿Es su ejemplo suficiente para paliar el edadismo en la moda?

Por Alba CorreaNaomi Campbell o la edad de la impaciencia Naomi Campbell o la edad de la impaciencia

En uno de esos vídeos que emergen y se repiten de manera cíclica en Internet, una encantadora y sonriente Naomi Campbell le asegura, en el contexto de una entrevista televisiva del año 2000 con Barbara Walters en la cadena ABC, que no le importaría ser recordada en el futuro por “ser una zorra”. “Una zorra muy trabajadora y leal”, matizaba la supermodelo con una sonrisa. La entrevista, -que pretendía abordar los escándalos de Campbell desde un enfoque poco más sofisticado que el tradicional estereotipo racista de angry black woman-, resulta lo que podría calificarse hoy como icónica precisamente por esa respuesta, en la que la modelo no solo se apropia de un término habitualmente utilizado para desacreditarnos a las mujeres, sino que además lo resignifica como algo positivo, asegurando que ser una zorra le había protegido en los inicios de su carrera, y que no tenía ningún interés en parecer una “chica dulce y buena”.

Pero, por icónica que fuera, la respuesta era errónea, puesto que veinte años después de su emisión nada ni nadie tendría que recordarnos la zorra extremadamente trabajadora que puede llegar a ser Naomi Campbell salvo ella misma, que a sus 51 años continúa en activo como modelo y, parece ser, lejos de retirarse de las pasarelas. Solo en esta temporada de desfiles, Campbell ha caminado por tantas pasarelas como cualquier modelo joven en el momento cumbre de su carrera. En concreto cinco firmas míticas y muy relevantes a lo largo de su vida en el modelaje como Versace, Fendi, Balmain, Lanvin y Alexander McQueen, cuyo desfile cerró anoche en una aparición que ha sido largamente comentada a lo largo y ancho de la prensa especializada.

Naomi Campbell o la edad de la impaciencia

En la trayectoria de una mujer que llegó al mundo con el inevitable sino de cambiarlo, este parece solo un capítulo más de ese prolífico legado que está atesorando en vida. La que fue pionera en los noventa en la transformación de los raquíticos cánones de belleza, al ser la única modelo negra en formar parte del grupo considerado como las supermodelos originales, fotografiadas por Peter Lindbergh para Vogue en los albores de los noventa, y la mujer que tomó el apelativo de “zorra” para hacerlo suyo y ponerlo al servicio de una generación de mujeres hartas de pedir perdón y permiso, parece haberse centrado en la batalla contra el edadismo. No solo por su reciente maternidad, a la edad de cincuenta, que no ha dejado de estar envuelta en cierta polémica, sino precisamente por su todavía muy agitada actividad profesional.

En una industria en la que la edad condena carreras al ostracismo, impactando en los modelos de belleza accesibles para quienes inevitablemente nos relacionamos con ellos, ser un espejo aspiracional para generaciones que como norma se ven expulsadas del universo de la moda, y mostrarse tan activa y entusiasta, contribuye de alguna manera a paliar la vieja narrativa que aparca la emoción de la vida de las mujeres una vez terminada su juventud. De sus compañeras de la generación de las supermodelos, ella es la única que continúa haciendo de la pasarela un paisaje habitual para encontrarla.

Poco a poco parece calar en el sector la urgencia por unos referentes de belleza diversos, y aunque la talla y la presencia de modelos racializadas se presenta como la reparación inmediata en una industria en la que aparentar que has resuelto un problema es a veces más importante que resolverlo de verdad, desde su estructura, otros cuerpos y otras realidades continúan quedando excluidas. La edad continúa siendo una de esas barreras que impiden que hablemos de una diversidad real. Lo cual podría llevarnos a la pregunta, pese a que aplaudamos el gesto de Campbell por seguir adelante con su actividad profesional; ¿podemos considerar que contar con una modelo como ella represente realmente a las mujeres de cincuenta años en el universo de la moda y el lujo? ¿Establecen su rostro y su cuerpo una nueva norma realista y saludable para las consumidoras de moda de su edad o es otro modelo inalcanzable? O lo que es lo mismo, ¿expide la presencia de Campbell como estandarte modelo de mediana edad el derecho a envejecer en la moda? ¿O su ejemplo se queda corto? Como comienzo de un camino, no es para nada irrelevante, pero la distancia que recorrer es larga y el tiempo, y la paciencia de quienes demandan el cambio, apremia.

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